La compleja realidad del «voto duro» en la campaña electoral
En pleno día en un típico barrio del conurbano, la siesta no es una opción y la vida no se detiene. La plaza está más concurrida de lo habitual debido al receso escolar, y las vendedoras ambulantes se mezclan entre la multitud, intercambiando sus productos por poco dinero. El silencio se rompe con el ruido de las máquinas municipales que trabajan en la pavimentación de calles, mientras los carteles del intendente local, en busca de su reelección, prometen un futuro mejor a pesar de ya haber ocupado varios mandatos. La gran pregunta que surge es: ¿a quién apoyará esta gente? La respuesta no se hace esperar: «Será como siempre, lo que realmente importa es el bolsillo, más allá de cualquier mejora que haya podido haber», asegura un funcionario que conoce bien estas tierras. La campaña para los candidatos oficialistas se presenta complicada, y la incertidumbre también afecta a los postulantes de Juntos por el Cambio que ya gobiernan sus distritos. Temen que se esté gestando un voto silencioso sorpresivo de difícil anticipación. Algunos ven las primarias como una ventaja, mientras que para otros son el final.
Trabajo constante en la consolidación del voto
Sin importar la perspectiva, cada candidato, desde los niveles nacionales hasta los municipales, trabaja incansablemente en consolidar su base de votantes. Esto no es algo que se pueda tomar a la ligera, ya que en la actualidad es difícil afirmar que existe un voto cautivo. Muy pocos lo tienen, y la verdadera magnitud de este fenómeno es incierta. Se ha difundido la idea de que Cristina Kirchner es una de las pocas líderes que cuenta con un voto duro. Su frecuente aparición en eventos junto a Sergio Massa tiene como objetivo consolidar esas voluntades que dudaron cuando se anunció la candidatura del ministro de economía. Es evidente que Massa es su candidato, aunque en el campo de juego aparece Juan Grabois para atraer a los votantes más fieles. La recepción cálida que los intendentes le ofrecen a «Pajarito,» el hijo de Juan Domingo Perón y militante de la Guardia de Hierro en los años setenta, no debería sorprender. Los alcaldes se encuentran en ambas boletas, lo que representa una estrategia matemática pura que suma votos.
Las campañas a nivel municipal que mencionamos la semana pasada siguen en pie, pero será necesario esperar hasta que se revelen los resultados de las elecciones de agosto para determinar si existe una deserción masiva de boletas en las comunas. Por esta razón, para muchos candidatos, las primarias son una oportunidad para corregir y reformular sus estrategias si es necesario. Sin embargo, esto no se aplica a aquellos que enfrentan competencia interna en sus partidos. La gran mayoría de los intendentes de Juntos por el Cambio se encuentran en esta situación, y en el peronismo, los jefes comunales que enfrentan las luchas internas más intensas son Julio Zamora en Tigre, Juan Zabaleta en Hurlingham y Fernando Espinoza en La Matanza.
Sergio Massa y el desafío de consolidar el voto duro kirchnerista
Sergio Massa juega un papel crucial en este proceso. En las primarias, necesita mostrar una solidez electoral necesaria para no debilitarse, y por eso está obligado a consolidar el voto duro kirchnerista antes de dirigirse a los desencantados de Alberto Fernández, a los votantes históricamente indecisos. Su estrategia se asemeja a un acto de equilibrio, y comienzan a surgir dudas sobre si, ante la oferta electoral, no existe un «voto silencioso» a favor del Ministro, no porque lo deseen o estén satisfechos con su gestión, sino por temor a lo que pueda deparar el futuro. Incluso los más críticos reconocen su astucia y su acción. Sergio Massa, al igual que el intendente del conurbano que promete un futuro mejor y lleva varios mandatos, necesita generar expectativas. Esto se reflejó en su discurso reciente en Merlo cuando expresó: «Hemos atravesado momentos difíciles, pero están llegando a su fin. Lo que viene será mucho mejor, y debemos construirlo juntos». La primera sección electoral, donde Merlo es uno de los distritos más poblados, es fundamental para recuperar votos perdidos en 2021.
Hasta el momento, los números que manejan los intendentes de Unión por la Patria no difieren mucho en términos de votación respecto a Kicillof y Sergio Massa. En la mayoría de los casos, ninguno de los dos supera el 40 por ciento de apoyo, lo cual es insuficiente para aspirar a ganar la provincia o la nación. Entre las estrategias que se manejan, Sergio Massa ha mencionado la importancia de cuidar que Javier Milei no pierda demasiados votos, ya que lo que él pierde, en su mayoría, lo captura Juntos por el Cambio.
Las recientes elecciones en Santa Fe causaron inquietud en el peronismo. Aunque no se pueden extrapolar a nivel nacional, generaron entusiasmo en el campamento de Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli, y preocupación en las filas de Patricia Bullrich. En estos momentos, se observa un fuerte interés en el «círculo rojo» por asegurarse de que la batalla final se libere entre Massa y Larreta. Es el plan tradicional: el centro en lugar de los extremos.
Las luchas internas en la recta final
A medida que se acercan las definiciones, las luchas internas locales se intensifican. En Tigre, donde Malena Galmarini y Julio Zamora compiten, ambos afirman que serán los vencedores. Los seguidores del intendente aseguran: «Estamos muy bien, las calles lo confirman. Nuestros números son sólidos, pero lo más importante es sentir el pulso de la calle; las encuestas suelen equivocarse.» Por otro lado, la titular de AYSA, Malena Galmarini, está multiplicando sus esfuerzos en el distrito con el apoyo de recursos nacionales. Recientemente, se abrió una oficina de Migraciones en estaciones de tren, un terreno que su esposo gestiona desde Trenes Argentinos. Sin embargo, el verdadero desafío radicará en lo que suceda después de las elecciones. Las heridas que queden podrían ser difíciles de sanar.
En Hurlingham, la violencia ha comenzado a hacerse presente en la competencia electoral. En la última semana, diversos carteles del intendente Juan Zabaleta fueron destruidos, y se acusó al candidato de La Cámpora, Damián Selci, de ser responsable. A pesar de que La Cámpora en Hurlingham distribuye encuestas que muestran a su precandidato como ganador, el mismo que se negó a dejar la intendencia cuando Zabaleta regresó del Ministerio de Desarrollo de la Nación, parece que los números no son del todo precisos, lo que ha llevado a tensión y actos de violencia en la agrupación, según afirman desde el gobierno municipal.
El intendente ha recibido recientemente un claro respaldo de Sergio Massa a su candidatura, pero detrás de esta muestra de apoyo se oculta la tensión que aún persiste tras el cierre de las listas y que anticipa lo que sucederá en el peronismo después de las elecciones, independientemente del resultado. Las aguas están destinadas a separarse.
Cambios en las alianzas y estrategias
Hasta ahora, Sergio Massa y los líderes locales de La Cámpora han aparecido juntos en los territorios, aunque los actos conjuntos son escasos. Desde el inicio de la campaña en Lomas de Zamora, Massa y Máximo Kirchner han participado en pocos mítines. La intendente de Quilmes, Mayra Mendoza, recibió primero a Juan Grabois que al Ministro de Economía. Y ahora, Juan Ustarroz, jefe comunal cercano a Wado de Pedro, hizo lo mismo en Mercedes.
Por lo tanto, es importante leer más allá de las palabras de Sergio Massa en Merlo: «Estoy seguro, Tano, de que serás no solo el próximo intendente, en realidad ya lo eres pero estás de licencia, sino que realizarás una gran labor en el futuro. En la etapa que viene para la Argentina, que sin duda será mucho mejor.» Estas palabras encierran un mensaje interno, tanto para el presente como para el futuro. También reflejan cómo se reconfigurarán las alianzas entre aquellos que logren mantener sus territorios si el peronismo se despide de la provincia y la nación. En política, los debates actuales siempre están influenciados por las perspectivas del mañana.