“Las elecciones se ganan votando, pero sobre todo contando”, es una frase de las tantas veces escuchadas en las mesas políticas y remite a un tema central: la fiscalización de los comicios. Es ahí donde pesan las estructuras como en ningún otro momento. Y es donde está planteado por estas horas el mayor interrogante del 19 de noviembre. En ese esquema, la provincia de Buenos Aires asoma como clave porque una ventaja muy significativa en el principal distrito del país a favor de Sergio Massa podría ser el paso a la presidencia. Es por eso que, más allá de los esfuerzos por equiparar y aumentar caudal en Córdoba o Santa Fé como se vio esta semana, el objetivo central del oficialismo es desnivelar con creces en Buenos Aires. En tanto, las internas de La Libertad Avanza arrojan dudas sobre la eficacia de tamaña tarea. Horas decisivas.
La intervención de la campaña de La Libertad Avanza por parte del macrismo es tan evidente como las tensiones que se han desatado. La última reunión de la mesa chica terminó con el portazo de Carlos “Chino” Kikuchi en desacuerdo por el avanza de los delegados de Mauricio Macri y con el manejo que viene llevando adelante Guillermo Francos. La ruptura anticipada de los bloques en la legislatura bonaerense son la resultante de una construcción que se basó en acuerdos necesarios pero endebles para poder participar. La gran pregunta que sobrevuela es si ahora estarán las condiciones dadas para poder controlar la elección.
Un experimentado dirigente del conurbano suele resumir esta situación de manera muy puntual: “Si Milei no tiene fiscales en todas las mesas, al final del día habrá certificados de escrutinio con diferencias de 70/30 en el Gran Buenos Aires”. Y tras eso, protestar será muy complejo. La falta de control ya se observó en la elección del 22 de octubre. Nunca aparecieron los fiscales que iba a mandar Luis Barrionuevo. “Después de ver esa situación, Javier se vio sólo y corrió a acodar con Macri”, aseguran dirigentes cercanos al libertario al tiempo que reconocen que no tienen información certera del alcance del acuerdo de colaboración. Nadie cree que sea solo para terminar con el kirchnerismo. En política, no se cobra con cheques diferidos.
En ese sentido, desde la Libertad Avanza han querido enviar señales que se ocupan del tema de la fiscalización y difundieron una foto donde se muestra al grupo de dirigentes encabezados por Nicolas Posse y Guillermo Francos. Es una manera de decir, “Nuestra tarea no está intervenida”.
Pero la realidad marca otra cosa. Hay equipo del macrismo trabajando en eso, incluso se ve en los territorios donde parte de la estructura que quedó ociosa después de la elección se puso a reclutar fiscales voluntarios. De todas maneras, del dicho al hecho siempre hay un trance. Aunque se agiten nombres de posibles ministros en caso de ganar la elección, algunos de ellos no están muy convencidos de formar parte de un hipotético gobierno del libertario. Un caso: Guillermo Dietrich.
Para muestra basta un botón. Aquellos que manejan la comunicación en este nuevo tiempo elaboraron una serie de conceptos para que los dirigentes de Juntos por el Cambio puedan explicar por qué van a votar a Javier Milei. Para ellos, no se trata del economista sino que no llegue Massa porque representa la continuidad del modelo actual. Intentan instalar una pregunta similar a lo siguiente: “¿Queremos seguir así o no queremos seguir así?”. No se trata de quién pueda ser el presidente sino de evitar que lo sea Sergio Massa porque es la garantía de la continuidad. En el caso de Massa, ellos entienden que el Ministro de Economía lo que está haciendo es intentar lograr que la elección sea un referéndum sobre Javier Milei. La pelea está centrada en qué lógica es más eficaz a la hora de comunicarlo.
En el PRO son claros. Su postura no es estar de acuerdo con Milei y sus propuestas sino del rechazo al status quo, y esa línea es la que los lleva a un objetivo superior al plantearse que se pueden tolerar muchas cosas y dichos con tal de evitar la continuidad de este modelo. A eso habría que sumarle un dato relevante que corrige parte de la estrategia fallida del proselitismo de Patricia Bullrich cuando planteó “Kirchnerismo o Anti Kirchnerismo”. Para la mayoría, Massa no es visto como un kirchnerista sino como massista. Por tal razón, seguir mancillando con ese punto es perder el tiempo. Siempre si se interpreta el giro comunicacional que el PRO quiere darle a este lapso de la campaña. Por último, en sus adoctrinamientos se plantean que la economía debe ser otro punto central de la elección, porque cuanto más se hable de ella, entienden que peor le irá a Massa.
El debate, otra clave
Los asesores de Massa lograron, para el debate del domingo, imponer que no puedan ser utilizados papeles en los atriles con una sola finalidad: ponerlo nervioso a Javier Milei para tallar en una máxima muy presente en esta campaña: la psicología del candidato y sus posibles desequilibrios. Por estas horas, sobre ese punto llegó un apoyo inesperado a Massa: el de Aldo Rico. El ex intendente de San Miguel se hizo la misma pregunta que elaboró Felipe Solá cuando fue candidato a gobernador en 2015 por el Frente Renovador. ¿Usted dejaría sus hijos al cuidado de Aníbal Fernández? interpelaba Solá en aquellos tiempos. Ahora, Rico se pregunta lo mismo pero con Milei.
Las miradas están centradas en la provincia de Buenos Aires y en Córdoba. La diferencia que cada uno obtenga sobre el otro en esos dos distritos será crucial. Para Javier Milei la sumatoria es más compleja ya que la provincia mediterránea representan el 9 por ciento del padrón nacional, mientras que Buenos Aires el 37. En ambos casos, entran a tallar fuerte los votos que obtuvo Juan Schiaretti en ambas jurisdicciones. Las señales del aún gobernador cordobés no son las mejores para Massa, pero también es cierto que los votantes no son simplemente arriados por las declaraciones que puedan esbozar los dirigentes. Está más que demostrado. Igualmente, de origen ese votante es opositor.
Votos libres, el 33%
Según el interesante estudio de Betta Lab, Hacemos por Nuestro País fue la fuerza con mayor crecimiento entre las PASO y las Generales duplicando su caudal electoral, y por razones lógicas donde menos creció en votos fue en la provincia de Córdoba. Ahora habrá para ir a buscar casi 8,8 millones de votos que podrían repartirse entre Massa y Milei o bien votar en blanco. Es el 33,33% del padrón que ya votó en octubre. De esos votos “libres” en la provincia de Buenos Aires hay casi 3,1 millones y en Cordoba 1,2 millones.
En el peronismo bonaerense ya se preparan para montar el mismo operativo estructural de octubre que tiene un alto costo económico. Es el compromiso con Sergio Massa. Del éxito del mismo dependerá en gran parte el futuro del ministro de economía.
Los recientes ruidos que se instalaron esta semana como consecuencia de la irrupción del caso de espionaje político con derivaciones en dirigentes muy cercanos a La Cámpora abonan a una teoría que Massa logró instalar con mucha eficacia sin decir una palabra: Es la razón ideal para desplazar al sector interno K de las decisiones importantes si logra ganar. “Massa, más que Milei, esta en condiciones de correr a este sector de los primeros lugares”, se repite en diversos ámbitos. No todos creen que sea posible. La provincia de Buenos Aires será el centro de esta puja. No se vislumbra, en definitiva, Axel Kiclllof, ya reelecto, vaya a olvidar con facilidad la trampa que le tendieron cuando fue a firmar la lista para ser gobernador. Llegó y el lugar de vicegobernador ya estaba ocupado con el nombre de Martin Insaurralde. La intervención de Cristina Kirchner evitó que todo volara por los aires. Al menos por ahora, ya habrá tiempo de recapitular.
Sebastián Dumont