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La Argentina Blue: Los límites reales a la “batalla cultural» que propone Javier Milei. 

por Sebastián Dumont
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El Presidente de la Nación Javier Milei habló en el Foro Económico de Davos de la misma manera que lo puede hacer en el conurbano bonaerense, en la puerta del Congreso o en una entrevista periodística. No negocia ante ningún público, sostener su idea económica donde el Estado no es la solución sino el  problema, los empresarios son héroes y no villanos que tienen ambiciones desmedidas e incluso le advirtió a Occidente que está en riesgo de caer en el “colectivismo” cuyo destino es, indefectiblemente, en la mirada del Jefe de Estado, la pobreza. Mientras llegan reportes de los más variados sobre las reacciones de los presentes ante tamañas expresiones, hay dos elementos que quedan claros: Milei no tiene ningún interés en ser políticamente correcto, aún en auditorios donde esas maneras son las habituales. Y, además, sigue sin sentirse parte de la “política” a la que denosta y sigue describiendo como parásitos. Pues bien, cabe preguntarse cuál es el límite que encuentra la realidad ante este novedoso fenómeno que lleva a poner a la Argentina en el foco de atención mundial e incluso a la titular del FMI a pedirle una selfie característica de las que suele tomarse el Presidente de la Nación. 

El primer límite real no parece estar en la rosca política, sino en la realidad de una país al que alguna vez hemos llamado “La Argentina Blue” – dicho sea de paso, el dólar en ese mercado se disparó a niveles que no había conocido hasta aquí – y es la que se encuentra en la marginalidad, lejos de los discursos y atrapada en una lógica propia donde la batalla cultural que propone el Presidente aún parece un horizonte demasiado lejano para quienes la viven. 

La violencia, seguida de muerte, que se vivió en La Matanza el domingo pasado, donde un enfrentamiento por la toma de terrenos culminó a balazos, es uno de los tantos ejemplos de ese límite del que hablamos. El Gran Buenos Aires que, en su mayoría siguió votando candidatos vinculados al peronismo derivados del clientelismo, mantiene un entramado que se replica en los grandes conglomerados que chocan con la intelectualidad, sea de izquierda o de derecha. O, para estar más acordes en el tiempo, con las ideas libertarias. 

De todas maneras, no es reprochable la intención del Presidente Javier Milei de cambiar la raíz de la decadencia en la que ha ingresado la Argentina. La pregunta es el tiempo, la manera, los métodos y el contacto real con la calle. Aún en la modernidad, el pulso callejero no se encuentra sólo en las redes sociales. Aunque las mismas se hayan constituido en un elemento central para ganar elecciones. Acá y en el mundo. 

En una recopilación realizada en el año 2018 que derivó en el libro “Conurbano Infinito” el Sacerdote Jesuita Rodrigo Zarazaga abordó el tema de los punteros en los barrios como nexo entre el Estado y los barrios. A casi seis años de aquello, hay que agregarle un elemento no menor en esa misma geografía que en el aumento de la influencia del narcotráfico como “ordenador” de la vida diaria de muchas de esas familias – lejos de entenderlas bajo el término clásico – que encuentran en ambas vertientes la única respuesta concreta que conocen. Y a las únicas a las que le prestan fidelidad absoluta. En medio de ellos, conviven dos actores institucionales: la Iglesia y las municipalidades como primer mostrador. Es decir, los intendentes. Ese mosaico está obligado a interactuar permanentemente. Un puntero puede ser nexo con la comuna, y al mismo tiempo saber quienes son los que comercializan la droga. La iglesia propone contención no sólo espiritual, sino alimentaria. En este momento, todos esos actores, en mayor o menor medida, coinciden en un punto: el retiro del Estado que propone el Presidente Javier Milei es un agravante y no un alivio. ¿Posturas políticas? Sí, en algunos casos. Pero hay mucho más de contacto con la vida real que con las ideologías del libro. 

La constatación, en estos episodios descriptos, de la presencia de extranjeros obedece, en muchos casos, a la explotación por parte de grupos del crimen organizado que operan en el GBA de la misma manera que lo hacen en los grandes conurbanos y montan detrás de ello negocios en negro muy importantes. El padrón de foráneos, que desde el Ministerio de Seguridad nacional buscan expulsar, son los que terminan engrosando luego los votos del gobernador y de los intendentes, ya que no pueden sufragar en la categoría Presidente. 

Hay que decir que si la situación social no está aún más desbordada es porque aún funciona un circuito en negro que la alimenta. Pero nadie puede asegurar hasta cuándo. Hay que prestarle atención a lo que ya empiezan a observar actores sociales en los barrios – sean punteros políticos o incluso curas – sobre la merma de la asistencia en comedores o merenderos. ¿Quién suple estas carencias? Si no hay una respuesta rápida del Estado local, se está a tiro que sean los grupos vinculados al delito, entre ellos narcos, que tomen la posta. Es un combo que viene a lidiar con una lógica”punteril” arraigada hace mucho tiempo en los barrios. Es uno de los aspectos que más debería preocupar al gobierno de Milei. Mientras se pelea por la macro, en lo micro conviven estas situaciones explosivas. De eso, entre otras cosas, hablaron los intendentes la semana pasada con el Ministro del Interior Guillermo Francos organizada por el alcalde de Almirante Brown Mariano Cascallares. Allí se planteó esta carencia y, una vez más, los jefes comunales se ofrecieron como dadores de paz social. Hay un tema central, aunque quieran, ya los resortes de los territorios han pasado a estar en varias manos. 

Aquí se vuelve a lo mismo de siempre. Cómo entender al Presidente que llegó al poder justamente por ser alguien que se puso enfrente de la política tradicional desgastada, y ahora quiere seguir en esa misma lógica pero con necesidades concretas. ¿Aplicará aquí también el viejo axioma “mira lo que hago y no lo que digo”? Para eso es importante que los negociadores del poder ejecutivo manejen las cosas correctamente. Y, sobre todo, con la muñeca política. Todos los gestos del Presidente apuntan a mostrarse como un ciudadano común que trabaja de Presidente. Pero eso tiene un límite, porque objetivamente ya no es un ciudadano común con responsabilidades mayúsculas, aunque viaje en avión de línea, ahorre 362 mil dólares o convoque a un asado en la quinta de Olivos donde cada ministro tuvo que pagarse lo que comió. Casi un apotegma peronista de siempre cuando el General Perón decía: “el hombre debe consumir al menos lo que produce”. 

En esa frase radica uno de los puntos centrales de la batalla cultural que se presenta en el horizonte: cómo desarmar una lógica donde muchos ciudadanos están convencidos que el Estado debe darles mucho más de lo que ellos generan, cuando en muchos casos, no producen nada. 

A un mes de su asunción, Javier Milei aún goza de respaldo mayoritario en los números que manejan tanto su equipo como aquellas consultoras que han elaborado informes para la ocasión. Por ejemplo, un trabajo de la empresa Escenarios de los politólogos Federico Zapata y Pablo Touzón cuando midieron las primeras conclusiones del mes inicial del Presidente de la Nación. 

Interesan algunas conclusiones de ese trabajo como la siguiente: “luego de la elección y de la derrota del voto extorsivo “en defensa de la democracia” que representaron Massa y UP, luce muy difícil, por el momento, inocular en la sociedad la idea negativa de un Milei autoritario o poco republicano como base eficaz de la crítica política al gobierno. Hoy, la centralidad política de la ceremonia institucional de la democracia del 83 está muy disminuida, inflación mediante, frente al que se vayan todos libertario, como consenso primordial de la sociedad. En otros términos, la principal duda social frente a la figura de Milei será medida en función de su capacidad gubernamental para lograr una baja consistente de la inflación a partir de mayo-junio-julio de 2024 y no en el abuso de decretos de necesidad y urgencia en el que incurra para lograrlo”. Clara conclusión. Por eso, cada movida destinada a criticar las formas del Presidente tiene, por ahora, destino de naufragio. Y mucho más cuando las encaran actores con alto desprestigio en la sociedad. 

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Periodista politico. Conductor de El Embudo y en Canal 26 de lunes a viernes de 20 a 22hs.

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