Habrá que bucear mucho en la historia política argentina para encontrar un momento con el que estamos transitando. La crisis de representación y la manera en que se ha ordenado el tablero entre oficialismo y oposición desaparecieron de tal manera que aún busca una nueva encarnadura. Algo similar sucedió en 2001 cuando irrumpió el “que se vayan todos” para que se terminen quedando todos, pero que, en definitiva, fue el inicio de un proceso que alumbró al kirchnerismo y al anti kircherismo, cuyo máximo referente institucional, durante años, terminó siendo Mauricio Macri. Ese desorden, también implicó dejar atrás la antinomia que nació el 17 de octubre de 1945 con el peronismo y el anti peronismo. Dirigentes peronistas y radicales se repartieron de un lado al otro de la grieta que emanó tras la crisis social y política con la caída del gobierno de Fernando De La Rúa. Esta es otra Argentina. Y asistimos a la etapa más clara de la conformación de un nuevo eje con Javier Milei como protagonista de un lado. Y del otro ¿Quién?
La semana pasada, advertimos que “Los alineamientos políticos tienen fronteras muy lábiles y podrían alumbrar los acuerdos más extravagantes e impensados. La política se agrupa ahora, en función de Milei o en contra de Milei. No vale la pena ahondar en todo lo que se ha observado la semana pasada en el Congreso de la Nación, tanto en diputados como en senadores. En la Cámara Baja a los escándalos propios del bloque de la Libertad Avanza que se quedó con menos integrantes por la expulsión de Lourdes Arrieta luego de filtrar información sobre cómo se gestó la visita que hizo junto a un grupo de sus pares al penal de Ezeiza para visitar a presos por lesa humanidad, se suma la demostración de la oposición de haber podido cosechar dos tercios de los votos. No es un tema menor porque advierte al Poder Ejecutivo que podría estar en condiciones de ir de lo micro a lo macro, es decir dede voltearle un DNU – como el caso de los fondos de inteligencia – hasta habilitar un juicio político al Presidente y a la Vicepresidente. Recordemos que la Cámara de Diputados es la que inicia esos procesos.
El rol de Mauricio Macri ha sido clave para alcanzar ese objetivo que estuvo centrado en los fondo de la SIDE. Como ya contamos la semana pasada, los mismos están destinados en mayor parte a ciberseguridad y no se han gastado como se publicó en los medios de comunicación. Están devengados en cuenta de la Secretaría de Inteligencia a la espera de ser auditados por la flamante comisión bicameral de inteligencia que preside Martín Lousteau secundado por los K, Leopoldo Moreau y Oscar Parrilli.
En todo caso, lo que importa de estas movidas no son las minucias de políticos peleando por fondos, sino las consecuencias de un interrogante aún presente en el universo político argentino tras el triunfo de Javier Milei. Se trata de la manera en qué se organiza la representación política y alrededor de qué actores lo hace. De hecho, inauguramos una saga de notas tituladas: “De las coaliciones a la colisión, la nueva morfología de la política”. Ahora, el camino parece encaminarse a una nueva organización del tablero pero aún, como se suele decir en los medios de comunicación cuando una noticia irrumpe y faltan detalles, la misma está “en desarrollo”. Es decir, aún faltan elementos para poder definir con exactitud qué actores se ubican en cada sector del campo de juego. Más simple: quien es oficialismo y quien es oposición.
La difusa linea entre quienes son oficialistas y quienes opositores se inscribe el vínculo Presidente- Vice. No quedan dudas que la relación entre Milei y Victoria Villarruel ingresó en un terreno sin retorno. Pero sucedió este lunes algo interesante. Cuando diversos peronistas empezaron a esbozar el nombre de la Vice como alguien que podría abrevar en ese espacio, apareció Cristina Kirchner a romper toda especulación y decir que quien vea a Villarruel como peronista debería ir a un psiquiatra. Toda una definición que alienta otras especulaciones. ¿Es un mensaje conciliador a Milei en medio de las negociaciones por el pliego de Ariel Lijo? ¿Hay algo más? Es probable.
En buena medida, gran parte de la estructuración del esquema político en Argentina va a depender del éxito que tenga Javier Milei de ordenar la economía. A esta altura no tiene sentido ahondar en la política cambiaría a la espera de devaluaciones que no van a llegar. Si hay algo que no está dispuesto a entregar el gobierno es el activo de la baja de inflación que es el corazón del programa y del éxito que pueda mostrar el Presidente. No vale la pena entretenerse en ello aguardando un brusco movimiento cambiario. Según trascendió de la última reunión que tuvo Milei con Macri, se supo que al decirle el ex presidente que había sido una semana política compleja, el actual Jefe de Estado habría contestado, palabras más palabras menos: “me votaron para que baje la inflación y eso estoy haciendo”. A favor de Milei y de este momento de Argentina hay que sostener que es la primera vez que gobierna el país alguien que cree en el equilibro fiscal y no necesita que un ministro de economía lo convenza de lo importante que eso significa.
Ahora, cómo se palpa en la calle este camino hacia un nuevo orden político que está vinculado a lo económico por añadidura. Las respuestas son variadas, disímiles. La decisión politica del gobierno ha llevado a que, por ejemplo, sea un activo ordenar la vía pública donde los piquetes han desaparecido casi por completo. Haberle sacado el manejo de los planes a las organizaciones sociales es como haberle quitado el tubo de oxigeno a un buzo en las profundidades del mar. Un gesto que celebraran no sólo los transeúntes, sino también los intendentes del conurbano bonaerense, peronistas ellos en su gran mayoría. ¿Por qué? Porque javier Milei les ha prestado un favor que su propia fuerza política nunca lo hizo y es haberles creado atomizaciones en los territorios con financiamientos paralelos. Ni Macri pudo romper esa lógica. De allí que se entienda el por qué de las declaraciones de Juan Grabois al decir que no entiende la paciencia de la gente ante el feroz ajuste que lleva adelante el gobierno libertario.
El “desorden” que muestra el tablero político no será por siempre. El gobierno cree favorecerse de esto porque carece de organización enfrente que pueda ponerlo en aprietos al momento y trabaja para profundizar esas antinomias, al mismo tiempo que le surgen las propias en su patio. La tarea de avanzar sobre la estructura peronistas del conurbano está en marcha. Ese trabajo tiene la cara visible del vice jefe de gabinete Lisandro Catalán, designado a los fines de reunirse con los jefes comunales, peronistas y no.
Con el argumento del traspaso de obras públicas para los municipios en un metodología que ya se lleva a cabo con las provincias, empezaron las reuniones y fotos con los alcaldes bonaerenses. El objetivo es de gestión, pero también electoral. La provincia de Buenos Aires es clave el año que viene para que Milei pueda ganar más representación en el Congreso Nacional y está en marcha la posibilidad de un acuerdo que le permita dividir en la mayor cantidad de fracciones a la oposición, sobre todo en momentos donde el peronismo muestra sus inconvenientes tras la derrota electoral y el escándalo que envuelve al ex presidente Alberto Fernández. Así como ya hubo contactos con Mariano Cascallares o Julio Zamora (Tigre), también se han sumado a esta movida el intendente de Escobar Ariel Sujarchuk quien viene mostrando gestos de diferenciación con el kirchnerismo. Entre los jefes comunales que están en la lista del Poder ejecutivo nacional se encuentran, además Andres Watson de Florencio Varela, Federico Achaval de Pilar – por él preguntó expresamente Santiago Caputo – y Gastón Granados de Ezeiza, siguiendo los pasos de la histórica habilidad de su padre Alejandro moverse a sus anchas en varias bandas.
Se cree que la experiencia en la materia del gobierno de Macri en conformar acuerdos de gobernabilidad con peronistas, básicamente en la provincia de Buenos Aires, es una lección que habrá aprendido la Libertad Avanza. No alcanza sólo con prometer recursos para fidelizar lealtades. Se requiere de horizonte político. Aún desgastados en su imagen y dispersos en su conformación, el zorro sabe más por viejo que por zorro. Y no sería extraño que, como ya sucedió, agarren la plata y luego esperen el momento exacto para sumarse al reclamo de cambios si el gobierno de Milei no es exitoso. Síntomas de estos nuevos tiempos. Primero esperar que la gente se enoje, y no intentar conducir a la gente al enojo. Suena parecido. No lo es.